Llegar hasta vos,
no sé cómo
y desconozco más aún el cuándo.
Decirte el abismo,
intentar nombrarte el amor.
Un abrazo,
mis buenos deseos,
un no te olvido a cambio de un no me olvides nunca.
Un cruce de besos,
y me voy,
esta vez sí.
El tiempo murió.
miércoles, diciembre 26, 2007
martes, noviembre 27, 2007
SE TRATA
No sólo de espacio o tiempo,
no de ahora ni de ayer,
no de otoños que huyen silbando por lo bajo,
más gélidos que los inviernos que cristalizan lágrimas
o primaveras que disfrazan verdades.
(no puedo creer que te consueles)
No de vos quizás de mí,
seguramente de eso.
De constantes ganas de gritar/te/me/les.
No de carencia de abrazos, sino de exceso.
De los que están ahí, o acá, envueltos.
("¿los querés para regalo?")
No de no saber cómo, nunca por eso, sino de no saber para qué.
No de no sonreír,de hacerlo poco.
No de no querer, sino que, demasiado.
No de ceguera sino de ojos blindados.
No de miedo, hablemos mejor de pánico o terror.
No de frío, sí de asfixia.
No de intransigencia,quizás escasa tolerancia.
No de odiar, más bien de no poder sostener que no aguantás mirarte.
De pensar sintiendo.
y de no poder disociar ambas
(nunca podés).
Tanta impotencia en habitarte.
y tanto abismo.
Cuánta desidia en tu piel.
Mutando inadvertidamente en cuerpo hueco,
envoltura vacía,
sala de espera de la vida.
Pero sucede que, todavía, te estremece
el viento pegándote de frente,
la risa estrepitosa,
los abrazos que llegan de espaldas abruptos y sin frenar,
los que te hacen imaginar el mundo un poco utópico,
los que yiran tarareando canciones que luego contagian tus pasos siguientes,
los que aún se dejan conmover por la ternura (son tan pocos,ergo,valen tanto),
los perfumes que te recuerdan a personas,
las personas que te recuerdan a través de los años,
los gestos que casi ni se sienten,
los que aman de verdad,
los que son amados,
los que invierten el alma cuando dejan el cuerpo,
los que pelean,
los que levantan una flor al pasar, o una hoja.
Los que están tan desprovistos de maldad.
Los que saben llover, los que llueven.
Los que se vuelven arco iris.
Los solitarios de las plazas, los del río.
Los que regalan alas, abrazos y besos.
Los que creen en lo que profesan,
los que son un atentado a tu seguridad.
Los de miradas que gritan,
los cabizbajos,
los invisibles,
los desolados.
Los que no encuentran lugar,
los que no saben dónde,
los que no entienden lo que hay,
los ciudadanos del mundo,
los de ninguna parte.
Los que te arrebatan frases que intentan y no logran, describir la inmensidad,
los que generan la furia o el encantamiento de un "putamadrenososdeacáytuvidaesunainjusticiacasiundescuidoperomenosmal".
Y no de lo anterior, sino de esto último.
De eso se trata.
No sólo de espacio o tiempo,
no de ahora ni de ayer,
no de otoños que huyen silbando por lo bajo,
más gélidos que los inviernos que cristalizan lágrimas
o primaveras que disfrazan verdades.
(no puedo creer que te consueles)
No de vos quizás de mí,
seguramente de eso.
De constantes ganas de gritar/te/me/les.
No de carencia de abrazos, sino de exceso.
De los que están ahí, o acá, envueltos.
("¿los querés para regalo?")
No de no saber cómo, nunca por eso, sino de no saber para qué.
No de no sonreír,de hacerlo poco.
No de no querer, sino que, demasiado.
No de ceguera sino de ojos blindados.
No de miedo, hablemos mejor de pánico o terror.
No de frío, sí de asfixia.
No de intransigencia,quizás escasa tolerancia.
No de odiar, más bien de no poder sostener que no aguantás mirarte.
De pensar sintiendo.
y de no poder disociar ambas
(nunca podés).
Tanta impotencia en habitarte.
y tanto abismo.
Cuánta desidia en tu piel.
Mutando inadvertidamente en cuerpo hueco,
envoltura vacía,
sala de espera de la vida.
Pero sucede que, todavía, te estremece
el viento pegándote de frente,
la risa estrepitosa,
los abrazos que llegan de espaldas abruptos y sin frenar,
los que te hacen imaginar el mundo un poco utópico,
los que yiran tarareando canciones que luego contagian tus pasos siguientes,
los que aún se dejan conmover por la ternura (son tan pocos,ergo,valen tanto),
los perfumes que te recuerdan a personas,
las personas que te recuerdan a través de los años,
los gestos que casi ni se sienten,
los que aman de verdad,
los que son amados,
los que invierten el alma cuando dejan el cuerpo,
los que pelean,
los que levantan una flor al pasar, o una hoja.
Los que están tan desprovistos de maldad.
Los que saben llover, los que llueven.
Los que se vuelven arco iris.
Los solitarios de las plazas, los del río.
Los que regalan alas, abrazos y besos.
Los que creen en lo que profesan,
los que son un atentado a tu seguridad.
Los de miradas que gritan,
los cabizbajos,
los invisibles,
los desolados.
Los que no encuentran lugar,
los que no saben dónde,
los que no entienden lo que hay,
los ciudadanos del mundo,
los de ninguna parte.
Los que te arrebatan frases que intentan y no logran, describir la inmensidad,
los que generan la furia o el encantamiento de un "putamadrenososdeacáytuvidaesunainjusticiacasiundescuidoperomenosmal".
Y no de lo anterior, sino de esto último.
De eso se trata.
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Declaración de principios
martes, noviembre 13, 2007
lunes, noviembre 12, 2007
Sería abrupto incluso grotesco decirte que te amo.
Sé que no es más que un acto absurdo e insolente dejar escapar tamaña frase.
Las palabras no saben nunca adecuarse a mis sentimientos.
Sólo sé mirarte, quedarme así, abrirte las puertas desde mi retina, intentar atraparte, eternizarte ahí.
Sólo sé mirarte, quedarme así, abrirte las puertas desde mi retina, intentar atraparte, eternizarte ahí.
¿Alguna vez entendiste mi silencio superpuesto a tus palabras? prefiero observarte mientras todo lo que no te digo se enfurece desde lo más profundo.
Extiendo mi boca, así de grande ves? y grito, te grito, pero vos no me escuchás.
No hay sonido que te alcance ni siquiera a rozar, soy esto casi imperceptible que no sabe cómo conmoverte.
Soledades infinitas, abrazos huecos, y todo lo que no sé nombrar.
Esto que hoy huele a tu nombre, a tus cosas, a tu andar.
sábado, agosto 25, 2007
La casa se caía a pedazos,
las paredes rasgaban sus medias
la ciudad entonces se caía a pedazos,
gritaban las veredas clamando auxilio,
en las calles un silencio de suicidio,
el funeral exterior de tantas muertes.
Agonizaba en todos lados y nadie lo percibía.
La noche aullaba intranquila, desangrándose
..y ella, claro, ella tampoco lo percibía,
no había visto su espejo desfragmentado,
su cuerpo hecho fracción
y es que todo se caía a pedazos pero los pedazos estaban dentro suyo.
las paredes rasgaban sus medias
la ciudad entonces se caía a pedazos,
gritaban las veredas clamando auxilio,
en las calles un silencio de suicidio,
el funeral exterior de tantas muertes.
Agonizaba en todos lados y nadie lo percibía.
La noche aullaba intranquila, desangrándose
..y ella, claro, ella tampoco lo percibía,
no había visto su espejo desfragmentado,
su cuerpo hecho fracción
y es que todo se caía a pedazos pero los pedazos estaban dentro suyo.
jueves, julio 12, 2007
Jueves, tranquilo, híbrido quizás.
Frío, de a ratos desolado.
Espero en el pasillo a que se abra esa puerta amarilla olvidada
que contiene a ese que hoy me escucha, me observa, me descifra, me analiza, me comprende.
Ese que hace lo que suelo hacer yo, con los demás.
Y la sensación es ambigua, alguien tan analítico sabe qué pensar, qué esperar.
Y yo creo entender qué ve en mí.
Y es como un juego extraño, y me gusta.
Él hace muecas de complicidad implícita, y yo las devuelvo sin explicitar también.
Pero antes, en el laberinto con salida que antecede a la puerta, otros monstruos personas, esperan. Como yo.
E irremediablemente se interponen las miradas, de unos a otros.
Y yo busco encontrarles el porqué, el motivo, la razón, que los hace sentarse ahí, unirse en mi misma espera.
Y les invento un poco la vida, se las pincelo.
Cada uno lleva consigo un reflejo, del que yo extraigo la copia infiel, seguramente.
Me invaden los interrogantes, los sigo mirando/buscando/leyendo.
Y me pregunto, qué hallarán ellos en mí, qué verán al verme.
A qué historia les remontarán mis ojos.
Y ya no sé, qué me intriga más.
Frío, de a ratos desolado.
Espero en el pasillo a que se abra esa puerta amarilla olvidada
que contiene a ese que hoy me escucha, me observa, me descifra, me analiza, me comprende.
Ese que hace lo que suelo hacer yo, con los demás.
Y la sensación es ambigua, alguien tan analítico sabe qué pensar, qué esperar.
Y yo creo entender qué ve en mí.
Y es como un juego extraño, y me gusta.
Él hace muecas de complicidad implícita, y yo las devuelvo sin explicitar también.
Pero antes, en el laberinto con salida que antecede a la puerta, otros monstruos personas, esperan. Como yo.
E irremediablemente se interponen las miradas, de unos a otros.
Y yo busco encontrarles el porqué, el motivo, la razón, que los hace sentarse ahí, unirse en mi misma espera.
Y les invento un poco la vida, se las pincelo.
Cada uno lleva consigo un reflejo, del que yo extraigo la copia infiel, seguramente.
Me invaden los interrogantes, los sigo mirando/buscando/leyendo.
Y me pregunto, qué hallarán ellos en mí, qué verán al verme.
A qué historia les remontarán mis ojos.
Y ya no sé, qué me intriga más.
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