lunes, abril 07, 2008

Me encantaría por ejemplo,
escribirte,
pensar en vos,
necesitarte de a ratos,
quererte en demasía antes de que nazca incluso la necesidad de la que hablo,
poder nombrar cuánto me conmovés,
y a tu manera tan peculiar,
que no es tal además
porque mi conmoción surge cuando sos vos
sin jugar a intentar ser lo que presentís que yo o el común de las mujeres adoraríamos que fueras.
Que no es una carta escrita,
una cena hecha con amor,
chocolates que empiezan por saciar el alma
ni que te aparezcas de visita y de improvisto.
Todas esas cosas no forman tu conjunto,
no te delinean,
no alcanzan a definir que lo que yo quería decir es que,
vos mirás, y entonces adentro mío los cataclismos y las lágrimas internas,
los perdones que no te pido,
los adioses que no te doy,
porque cuando vos me mirás yo siento que me quiebro bien profundo,
que tengo que abrazarte,
que tengo que agradecerte,
y pedirte que te vayas
y decirte que yo no creo poder merecer que vos me mires así,
que vos me sientas así,
y que cuando mires me lo estés diciendo.